Un estudio de la Alcaldía de La Paz revela que en la fiesta se gasta al menos 62,3 millones de dólares. El Gran Poder desplegó ayer en La Paz a 63 fraternidades, 19 de ellas bailaron morenada, la madre de todas las danzas, la ‘pesada” por excelencia, no solo por la carga de al menos 10 kilos que lleva cada fraterno, sino porque detrás de cada máscara brilla el poder económico de comerciantes, gremiales, transportistas, mineros e incluso cocaleros.
El debate está presente: ¿Derroche? Para el analista Marcelo Silva los morenos se han convertido en un poder político, pero no porque necesariamente lo detenten cerca de la plaza Murillo, sino porque son sectores que influyen en las decisiones gubernamentales. Se anima a decir incluso que son similares a las logias cruceñas.
El exvicepresidente e integrante de una de las más importantes fraternidades de morenos, Víctor Hugo Cárdenas, no coincide con esa posición, porque el Gran Poder no conforma una estructura de poder económico y político. “Hay movimiento económico, pero no en ese sentido, es una celebración de cohesión social y cultural, no creo que haya una investigación detallada que se aproxime a decir cuánto mueve”.
Un estudio realizado por la Alcaldía de La Paz en 2012 y complementado en 2013 revela que la fiesta del Gran Poder mueve unos 433,9 millones de bolivianos, es decir, 62,3 millones de dólares. La categoría bebidas y cerveza, según este documento, representa un 44,68% del gasto total estimado, de 27 millones de dólares.
Los bailarines gastan alrededor de 17,1 millones de dólares en la compra de joyas y adornos y 14,8 millones de dólares en trajes folclóricos y distintivos como ternos, trajes para las señoras de pollera, poleras, gorras y otros. Las bandas se llevan 1,5 millones de dólares, mientras que las fiestas unos 757.000 dólares. Finalmente, la investigación edil señala que otros gastos, como filmaciones, peluquerías, la elección de reinas (denominadas pallas en el Gran Poder) llegan a un monto de 261.000 dólares.
Simón Mamani, fundador de la fraternidad Illimani de Bolivia para el Mundo, describe que la morenada se la baila con la pareja “Chacha-Warmi, esposo y esposa. Se invierte buen monto, especialmente en ella, hay que comprarle un sombrero borsalino, manta, pollera y joyas. De entrada, se invierte alrededor de 18.000 a 20.000 dólares. El oro ha subido mucho”.
En otras fraternidades, el gasto es menor porque aceptan que sus integrantes utilicen joyas de plata o de fantasía.
“Una fraternidad como la nuestra genera mucho dinero. Calculo que toda la fraternidad reúne al menos un millón de dolares, es mucho dinero.
La fe en el Señor del Gran Poder reúne, es la base de las fraternidades. “Entre fraternidades hay mucha competencia, por eso se hace estas inversiones”.
Las fiestas del Gran Poder son una muestra de ello. “Traemos grupos internacionales. Este año, por ejemplo, fue el grupo chileno Garras del amor”.
En otros años, los grupos de morenos del Gran Poder reunieron la cantidad necesaria para contratar a grupos comolos Bibys, Bronco, Guardianes del Amor o Américo. Este año, en la cartelera estuvieron intérpretes de la talla de AB Quintanilla, Ana Bárbara o Charly Zaa.
Como referencia, Simón Mamani recuerda que Bibys cobró 15.000 dólares por una presentación de dos horas.
Otro dirigente, Juan Orellana, advierte que en las fraternidades, los pasantes (dos parejas que organizan las actividades de cada año, hacen los contratos con bordadores, locales, bandas y demás) son generalmente los que tienen mayor poder adquisitivo.
“Sin embargo, hay gente de escasos recursos que baila. Compran una vez las joyas y las repiten cada año. Una pollera y una manta están por los 1.500 Bs. Sin embargo, los integrantes deben comprar dos indumentarias, una para el sábado del Gran Poder y el otro para la Diana, la fiesta posterior”, dice.
Víctor Hugo Cárdenas manifiesta que este estudio no es serio, y ha sido muy criticado. “Nadie acepta ese estudio. Se hacen la burla, para comparar con Oruro, Santa Cruz y otras fiestas”, manifiesta.
Nuevas élites
El analista Marcelo Silva menifiesta que las élites políticas, económicas, culturales y sociales necesitan de simbología, no es una cuestión de dominio fáctico, sino imponer ciertos criterios simbólicos”.
Por ello, para él, el Gran Poder, más allá de una manifestación religiosa, “expresa un cambio de élites, económicas, políticas, sociales y culturales. Se convierte en esta expresión del poder. Antes estaba expresado en logias, círculos sociales, clubes, actividades reservadas para clases o grupos sociales, pero en los últimos años, estas han perdido fuerza y fueron remplazadas por estas otras”.
Señala que estas nuevas élites ya no hacen negocios reuniéndose en hoteles de cinco estrellas o en logias, hoy los hacen en las fiestas, en las preentradas, en el Gran Poder”.
Advierte que ya no gobiernan el país a través de simbología occidental, sino lo hacen influyendo a través del folclore, de la morenada. “La fiesta es una demostración sobre cuánto poder tienen estas nuevas élites y la pugna por saber quién es el mejor, por eso su competencia”, y es la que mayor derroche de dinero ha tenido”.
El analista señala que las nuevas élites están compuestas por cuatro sectores. “Primero, los comerciantes, probablemente con ciertos nexos con el contrabando; otro son los transportistas, pero no del cotidiano, el de las ciudades, sino al oligopolio formado por el transporte pesado, que provee al país de productos de otros países. Luego están los gremiales, los carniceros. Y el cuarto grupo es transversal, aquellos ligados a la minería y el mercado de la coca.
Cárdenas responde con vehemencia. “Hablar de derroche es una locura, es un prejuicio etnocénctrico y racista. La fiesta une, cohesiona. Verlo solamente como derroche ha sido una falsedad difundida por los sectores de élite de la sociedad: dicen que ellos invierten y la gente de abajo derrocha. Prejuicios, de que se gasta, se gasta, pero es una vez al año. Sugiero tener mucho cuidado con eso porque hay gente que trabaja, ahorra y baila con devoción”
CLAVES
El origen, un lienzo
Según un documento de la Alcaldía, esta fiesta surgió a partir de un lienzo que representaba la imagen del Señor Jesús del Gran Poder con tres rostros, que tiene como autora a Genoveva Carrión, una monja del convento de Las Concebidas, el cual marcará el inicio de esta gran festividad.
El proceso
En 1904 uno de los creyentes hizo retocar el lienzo, convirtiéndolo en una imagen con un solo rostro para proseguir la peregrinación de la misma por diferentes hogares. Con el transcurso de los años el número de devotos aumentó, continuando con el culto a través de oraciones.
El arranque
En 1923 surgen las primeras fraternidades y la Fiesta del Señor Jesús del Gran Poder. En 1928 los vecinos de la zona de Chijini encargaron la construcción de un templo, que está en una zona esencialmente comercial.
LA CELEBRACIÓN ES PATRIMONIO CULTURAL DESDE EL 2012
La versión 2014 del Gran Poder contó con la participación de 65 fraternidades que desplegaron ritmos y danzas en su recorrido de ocho km, por más de 17 horas continuas. De éstas, 19 son fraternidades de danza pesada, 39 de danzas livianas y 7 autóctonas, según un informe de la Alcaldía de La Paz. Participaron 35.000 bailarines y 5.000 músicos pertenecientes a 95 bandas de música folclórica y siete grupos de música autóctona.
El documento señala que el 12 de mayo de 1974 se creó la Asociación de Conjuntos Folclóricos como ente regulador y de unión entre las fraternidades que componen esta entrada. Sus principales fundadores son: Lucio Chuquimia, Luis Calderón, Natalio Tintaya, Francisco Bertín, Juan Paredes y Carlos Suárez.
A lo largo de su historia esta manifestación fue declarada Patrimonio Cultural de Bolivia en 2002, como reconocimiento a su aporte a la preservación de valores y tradiciones de la danza y el folclore boliviano, el incentivo a la conservación y valoración de la identidad nacional y su significativa importancia social y económica para el departamento de La Paz y de todo el país.
La festividad ha incluido a sectores que antes eran observadores, para darse de lleno a bailar en esta fiesta de fe. No en vano aparecen cada vez más cholas al estilo de antaño, que son mujeres mestizas que se adhieren con garbo a esta fiesta.
ANÁLISIS
Es una fiesta que logró incluirse poco a poco
IVÁN ARIAS - Analista
El Gran Poder es la mejor expresión del reclamo y del logro de la inclusión de los sectores marginales, especialmente aimara del departamento de La Paz.
Era considerada una fiesta de cholos, de los marginales y poco a poco copó la ciudad. Hubo problemas cuando se acercó al centro urbano y hoy no hay gente que no quiera bailar en esta entrada.
Es una fiesta que logró incluirse de forma silenciosa y paciente, como es el aimara, así copan el país, y es una expresión de la modernidad.
También es una manifestación de poder, de ese que se oculta todo el año, que no se muestra evidente, pero que sale en la fiesta y forma parte de la tradición del mundo andino. El aimara considera que es la fiesta, el momento del derroche, de mostrar quién eres. El resto del año puedes andar mimetizado en un cuartito, como para decir que por esa persona no das ni dos pesos. Pero cuando la ves en la fiesta, poniendo trago, los mejores conjuntos musicales traídos desde el exterior, mostrando las galas, rivalizando con la otra morenada para ver quién ostenta más, la cosa cambia.
Si bien la fiesta no tiene una intencionalidad, es un factor de poder. Todos los políticos bailan, es una forma de decir estoy con ustedes, soy como ustedes, tómenme en cuenta porque yo lo hago.
La mayoría son comerciantes, pero hay también gente de clase media. Son los nuevos ricos, los hijos que buscan inclusión, jóvenes que andan detrás de identidades perdidas.
La fiesta da mucha identidad, sentido, raíz. Es originaria de comerciantes, de contrabandistas, pero tiene esta connotación de inclusión
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