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domingo, 19 de marzo de 2017

Sociedad paceña muestra su ‘Gran Poder’ con bailes

Presupuestos superiores a $us 100.000, eso maneja cada pareja de ‘pasantes’. El Gobierno trabaja un proyecto que busca su declaratoria como patrimonio de la humanidad. Desde la forma en la que se toma la cerveza, todo tiene significado místico


Son las 8:30 del domingo y la fiesta continúa; la noche antes tuvieron su velada en la plaza mayor de San Francisco y hoy esperan con ansias la presentación de la artista internacional Lucero. Esas son dos actividades de la Sociedad de Morenos La Paz Maravilla del Mundo, una de las más de 20 comparsas de ese tipo que tiene el ‘Gran Poder’. No solo derrochan alegría, sino también ostentación.


El presupuesto que maneja anualmente cada pareja de ‘pasantes’ supera los $us 100.000 y la tendencia es que las fiestas sean cada vez más opulentas con la llegada de artistas de renombre. Marc Anthony figuraba en las carpetas de una de las fraternidades, pero por ‘problemas de agenda’ no se concretó.
“Hay que bailar moreno, al año una vez, aunque nos cueste plata”, dice una de las canciones de la agrupación nacional Jach´a Mallku (Gran Cóndor), la misma que casi refleja lo que sucede con la festividad; sin embargo, las actividades se extienden no solo por uno, sino por 365 días, sin medir en gastos o tiempo de dedicación.


No cualquiera puede ser anfitrión de una celebración de estas características, se necesita poderío económico y respaldo moral. “Todo comienza con la ‘sartta’ (visita), en la que le llevamos comida, bebida y fruta, ahí les decimos si pueden pasar la fiesta; algunos aceptan y otros no”, explica Rubén Claros, presidente de dicha asociación.


El dirigente es politólogo, contador y abogado, pero dejó todo para organizar la fiesta de la fraternidad. Solo le pide al ‘Tata’ (Dios) que le permita tener familia porque es soltero.
“Me siento mal, he dejado trabajo por esto (derrama lagrimas). Yo creo que él me ha llamado y no puedo abandonarlo, lo único que quiero es una compañera”, dice.


Solo para la “recepción” (día en el que se hacen cargo los nuevos pasantes) toman 36.000 a 60.000 botellas de cerveza. Las fiestas tienen lugar en suntuosos locales, galpones, garajes o simplemente se cierran algunas calles de la sede de Gobierno.


Búsqueda de prestigio
Milton Eyzaguirre, antropólogo, liga el fenómeno cultural y económico al ‘prestigio’ que tienen las personas al participar y aún más, al protagonizar la celebración. “Cada vez tiene mucho más énfasis el gasto, pasaron de algo plenamente religioso a una presencia de clase, pero la ritualidad se mantiene. En la década de los veinte se hablaba del señor Jesús del Gran Poder de los Tres Rostros y eso sigue presente”, asevera.


Recuerda que el empoderamiento de la fastuosa entrada tuvo su punto de quiebre durante la dictadura de Hugo Banzer Suárez, cuando en 1974 se autoriza que los danzarines ingresen al centro de La Paz. Desde 1927 formaba parte de la tradición de migrantes del área rural en el barrio Chijini.

Ritos y significados
Javier Escalier, estudioso de la cultura, recuerda que las fraternidades de morenada más antiguas de La Paz son Comercial Eloy Salmón, Unión de Bordadores y Juventud San Pedro de Achacachi, que es conocida como “Los Catedráticos”. En 1968 esos grupos estaban conformados por unas 40 parejas y en la actualidad superan las 1.000.
“Yo pienso que decir que uno nace folclorista no está fuera de lo probable, porque la música la llevamos en la sangre”, afirma.


La organización está basada en el ayni (reciprocidad). Los nuevos prestes asumen las conducciones mediante la imposición de la escarapela, durante el baile de la cueca; termina su función el domingo de diana, después de la entrada (en el mes de mayo). Una pareja que ingresa recién a la comparsa, no puede ser pasante, primero debe ascender socialmente.


Cuatro cajas de cerveza, eso es lo mínimo que se tiene que llevar al ingreso al local, según se estila ahora, en reciprocidad a los anfitriones; al ingresar reciben el ‘trencito’, que es una seguidilla de cerveza y cócteles. Primero se ch’alla a la ‘Pachamama’ (madre tierra) y luego recién se brinda.

Resplandor de las joyas
Más de $us 10.000 cuestan los aretes, la rama que se sujeta a la manta y el prendedor para el sombrero; también se traen telas exclusivas para las prendas que utilizará cada bloque de mujeres que bailan. La actual tendencia se juega por colores vistosos y por zapatillas más cómodas. “La chola paceña es un caso excepcional, es símbolo de la morenada y de la festividad del Gran Poder”, manifiesta Escalier.


Marina Salazar, presidenta de la Asociación de Conjuntos Folclóricos Gran Poder, cuenta que ahora cada fraternidad tiene su propia diseñadora, que se encarga casi todo el año de preparar las blusas, mantas y polleras de las mujeres. Existen dos ‘tenidas’ (mudas) que cada mujer debe lucir durante los dos días centrales de la fiesta, la entrada y la diana. Muchas usan un día joyas de plata y el otro, de oro.

Plataforma política
Wálter Mur (MNR) fue el primer político en bailar morenada dentro de una comparsa, en 1992, fue parte de la fraternidad Unión Comercial. Luego siguieron sus pasos Roberto Moscoso (MNR), quien bailó en la Comercial Eloy Salmón, incluso siendo alcalde interino de La Paz, en 2003.


Tras esos hitos, ahora es más común observar a políticos, de oposición y oficialismo, ser parte de las fraternidades, tal el caso del extinto Rodolfo Illanes, que fue viceministro de Régimen Interior, o Fidel Surco, exsenador del MAS que en esta gestión es pasante de la ‘Plana Mayor’. Incluso diplomáticos conformaron bloques de morenada, como sucedió en 2012 con embajadores y el encargado de negocios de Estados Unidos dentro de la Morenada Señorial Illimani.
“Hoy es un nicho que es explotado de manera admirable por los políticos, aprovechan para adquirir prestigio y mostrarse. Eugenio Rojas fue pasante de los Catedráticos”, recordó Escalier.

Devoción a medias
Existen dos iglesias del Gran Poder, una nueva y otra antigua, en ambas las quejas son las mismas, que los folcloristas de las morenadas, que son los que más gasto realizan, no retribuyen lo mismo a la fe que dicen tener. Unas bolsas de fideo, quintales de azúcar o pocas botellas de aceite son los donativos que llevan a la catequesis, que reciben previa a la entrada.
“La entrada de Jesús del Gran Poder fue creciendo, pero con un número menor de devotos. La imagen es milagrosa, el cuadro con los tres rostros apareció hace decenas de años y ahora vemos que ni eso motiva a que los pasantes realicen aportes para nuestras obras sociales, nos dan lo mínimo y a veces nada”, dijo el padre Saúl Mamani, responsable de los templos de la zona.


Otra crítica es la poca y casi nula asistencia a las misas. “Es una excusa la devoción, hay gente que directamente espera afuera de los templos para hacer el recorrido, sin siquiera rezar una plegaria”, añadió.


Pero el domingo ya era fiesta, no rezo. Después de la misa los fraternos se concentraron en la Eloy Salmón, conocida por el alto comercio de equipos de línea blanca y negra. Dos bandas amenizaban el momento, mientras la cerveza comenzaba a correr en un extenso saludo entre los integrantes a las parejas pasantes. Sobre el asfalto había una alfombra de mixtura.


Cuando la fiesta llegó con su danza a La Mansión para comenzar la recepción, el lugar dejó de ser un garaje para fingirse palacio al estruendo de cohetillos. Eran las 11:00 y la fiesta no acabará hasta después de medianoche. Devorarán 1.000 platos de comida, se gritarán para poder escucharse sobre la música que brota de los parlantes, se harán uno y mil colores en la pista de baile y con cada entrada de un nuevo invitado se llenará de nuevo el arsenal de cerveza. Mañana todos volverán a trabajar, volverán a su vida normal. Ya seguirán con los preparativos de la entrada el próximo fin de semana

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